martes, 10 de noviembre de 2015

¿Donde están las zapatillas?


Continuando con la puesta al día del hogar, otra de las necesidades que teníamos era una zapatera en la entrada de casa, simplemente para guardar las zapatillas, ya que en casa tenemos por costumbre quitarnos los zapatos cuando entramos, y si bien es cierto que buena parte del año andamos descalzos por la casa - costumbre muy sana y recomendable -, cuando llega el frío no es muy aconsejable así que... que mejor que unas zapatillas peludas y calentitas.

Los zapatos los guardamos en la planta alta de casa y lo cierto es que se hace pesado entrar en casa y tener que subir las escaleras para ir a buscar las zapatillas - los que tenéis escaleras en casa seguro que lo entendéis -, así que había que buscar una solución. No estaba muy bien eso de entrar en casa y encontrarte las zapatillas regadas por el salón, o tener que buscarlas por los rincones por que no recordabas donde las habías dejado - sobre todo esto último - antes de salir. Si las llaves, los paraguas y los abrigos tienen su sitio, por que no las zapatillas, uno ya está un poco mayor y necesita tener sitios fijos donde dejar las cosas para perder el tiempo buscándolas - los de cierta edad seguro que también lo entendéis, y los que no, ya os llegará el entendimiento, seguro-.

Tenía que estar a mano, junto a la entrada, así que el lugar era obvio, debajo del sofá y la iluminación me llegó al recordar esos cajones que venden para colocar bajo las camas. Necesitaba algún tipo de caja, lo suficientemente amplia para contener tres pares de zapatillas y lo suficientemente baja para para caber bajo el sofá. Una opción habría sido hacerla pero primero eché una ojeada por el taller a ver si encontraba algo útil que me ahorrara trabajo. Encontré unas cajas de vino procedentes de un lote que me había regalado un amigo y que había pertenecido a una empresa que fabricaba este tipo de embalajes y con la crisis - otro afectado - y la sustitución por embalajes de cartón - más baratos - habían desechado esa línea de producción por su escasa rentabilidad.
Cajas originales

El tamaño era perfecto - cajas de tres botellas, y recientemente habíamos decorado unas como regalo para un Cliente, así que por que no decorarme unas para mi.

Cajas pintadas
Tras lijarlas ligeramente las pinté, cada una de un color diferente, rojo, naranja y rosa, colores cálidos que no desentonaban con el sofá. A continuación decoré el fondo de cada una de ellas mediante transferencia de imágenes con un motivo relacionado con cada uno de los propietarios del cajón.
Resultado final
La de mi hija con unas zapatillas de ballet - Eva se encargó de darle un toque de color pincel en mano -, la de mi mujer con unos tacones y la mía con una chistera, aunque lo cierto es que ni a mi mujer le gustan los tacones, ni a mi las chisteras.
A mi hija si le gusta el ballet pero como no podía ser de otro modo, como cualquier niña de siete años, el día que llevé la zapatera a casa intentó adueñarse de la caja de los tacones, pero ya era tarde, estaban asignadas y cada una tenía impreso el nombre de su propietario con letras de molde.

Zapatera en su sitio
Seguídamente y valiéndome de unos listones de madera, previamente pintados en violeta, compuse un marco alrededor de las cajas pegadas previamente y coloqué unas ruedas en las esquinas para facilitar el rodamiento. Tras barnizar el conjunto y colocar nuevamente las cuerdas que hacían la función de asideros, solo fue cuestión de colocar las zapatillas en el interior y quedó listo para el uso diario.