sábado, 11 de junio de 2016

Ayudante navideño

Este año parece que hubo algunos problemillas por falta de previsión, tanto en el Círculo Polar Ártico como en el Lejano Oriente por lo que a Papa Noel y a Los Reyes Magos se les acumularon los pedidos, y tal fue así que, tanto los Elfos como los Pajes no dieron abasto para atender la demanda de regalos de las pasadas Navidades así que, de manera extraordinaria, tuvieron que acudir a subcontratar la fabricación de algunos productos, lo cual no ocurría desde hace ya bastantes años.

No sé como, pero lo cierto es que consiguieron mi correo electrónico y poco antes de las Navidades, supongo que cuando le vieron las orejas al lobo y tenían claro que ya no les iba a dar tiempo a terminar todo para el reparto, recibí una petición de ayuda urgente, al igual que otros muchos inventores y artesanos de todo el mundo. No podía negarme, era todo un honor haber sido seleccionado para tan importante tarea, así que, superada la sorpresa inicial, dejé todo lo que estaba haciendo y me puse rápidamente manos a la obra, no era cuestión de defraudar las expectativas - y de condenarme a recibir carbón el resto de Navidades de mi vida, para que vamos a negarlo -.

Me encargaron cuatro regalos, todos ellos destinados a chicas. Tenían que ser sencillos, rápidos de hacer y aparentes dado el escaso margen de tiempo con el que contaba y aunque dos de las peticiones estaban definidas - no concretadas -, con las otras dos no tenía claro que hacer, pero coincidiendo con que en el taller estábamos haciendo pequeños objetos decorativos para Navidad decidí continuar en la línea y hacer unos colgadores.

Este fue el primero, que como podéis ver en la foto de la izquierda, no es que tenga mucha ciencia, eso si todos los regalos están hechos con mucho cariño - no os quepa la menor duda-.

Se trata de una tabla que ha sido forrada con servilletas de papel y se ha adornado pegando algunos detalles decorativos como una llave antigua, unas láminas imitando viejas cartas y flores, un retal de tela de saco y una cara sonriente hecha con pasta de modelar, todos ellos objetos recopilados por los rincones del taller. Tras barnizarlo todo le añadí unas alcayatas y cáncamos abiertos para que hicieran la función de ganchos para colgar llaves, bisutería, chorizos..., o lo que se quiera colgar - eso ya será decisión de la dueña -.

El segundo era muy similar. Partiendo de una tabla como base, la forré también con servilletas de papel, aunque esta vez no completamente ya que mientras lo hacía, me percaté de que había un nudo en un lateral bastante llamativo, que me pareció interesante dejar a la vista. Quedaba integrado en el conjunto y no desentonaba con la temática elegida para la decoración - bastante botánica como podéis ver en las fotos -. Completé el ornato con otras flores adicionales, también recortadas de servilletas de papel y tras barnizarlo todo le coloqué los cáncamos y alcayatas necesarios para cumplir su función.

Como se puede ver en la fotografía, su destino final ha sido el de colgador de bisutería.

El tercer objeto a realizar era un encargo concreto. Los Reyes Magos habían recibido la petición de un colgador para fulares y pañuelos con unas dimensiones determinadas a las que había que ajustarse, y me traspasaron esta solicitud.



Para su confección utilicé una tabla de palet, cortada a la medida especificada que pinté de blanco roto y decoré, pero esta vez utilizando una técnica de transferencia de imágenes, no pegándolas. Del mismo modo decoré una barra cilíndrica con unos soportes que atornillé a la tabla, elementos éstos reciclados de un viejo toallero que andaba en un rincón del taller - a saber de donde había salido - y tras barnizar el conjunto quedó listo para su colocación.

Aquí también podéis ver el uso que se le está dando en la actualidad.



El último regalo, y no por ello menos importante, era otro encargo concreto, para una chica un tanto especial. Se trataba una estructura de cama que debía tener las dimensiones adecuadas para contener la colchoneta correspondiente.

Comencé creando una base utilizando tablas de palets, creando un borde en el perímetro con otras, perpendiculares esta vez, de manera que sirvieran para fijar el colchón en el interior y evitar su desplazamiento. La parte trasera, a modo de cabecero, era más alta y confeccioné recortando el lateral de un armario que teníamos desmontado en el taller para utilizar para este tipo de cosas - era un armario horrible que alguien había sustituído y nos lo regalo para aprovechar la madera -.

Le coloqué en la parte inferior unas patas redondas procedentes de un viejo sofá que alguien había abandonado en una huerta cercana a mi casa , y del que las había rescatado un par de meses atrás al objeto de utilizarlas en algo como ésto - el que guarda siempre tiente -.

Por último lo pinté en dos tonos diferentes de violeta y tras pegarle unas letras con el nombre de la futura propietaria lo barnicé dando por acabados los trabajos navideños.

Observando la fotografía de la izquierda, parece que la nueva propietaria quedó bastante contenta con su regalo, y lo está disfrutando, espero que al igual que todas las destinatarias de todos los obsequios fabricados en esta ocasión.
 





P.D.: Espero que tanto los Reyes Magos como Papa Noel hayan quedado también satisfechos con el trabajo realizado y se acuerden en el futuro de mi. Me sentiré muy honrado de volver a echar una mano cuando sea necesario. Cualquier cosa por mantener el Espíritu de la Navidad.

sábado, 4 de junio de 2016

Restauración, pero de la otra (y III)

Retomando esta serie, y para acabar - sí, por fin, éste es el último capítulo, lo prometo -, aunque cronológicamente no fueron las últimas piezas que se hicieron, como se entregaron en diferentes plazos, las he dejado para el final, por guardar el hilo conductor.

Ya adelanté en la primera entrada de esta serie que uno de los encargos era realizar unos separadores que rompieran la sensación de vacío y linealidad del comedor interior, proporcionando mayor intimidad pero sin recargar demasiado el campo visual. Buscaba algo ligero y sutil para lo cual rescaté una vieja idea que en su día barajé para mi propia casa, y adaptándola al nuevo entorno desarrollé el proyecto a partir de ésta.

La idea consistía en fabricar unas mamparas partiendo de un marco, como si del bastidor de un lienzo se tratara, confeccionando una red irregular de cuerda en el interior, lo cual haría el efecto de dejar pasar la visión pero daría una cierta sensación de protección, como esa falsa intimidad que se crea en el interior del coche aunque realmente todo el mundo te puede ver a través de los cristales - ¿o vosotros no tenéis esa sensación? -.

Comencé construyendo un marco con tablones, de los que se utilizan para fabricación de palets, previamente lijados, cortados en ángulo de cuarenta y cinco grados y pintados. Sobre este marco exterior fijé otro interior de menor grosor, en el cual se insertaron unos cáncamos que servirían para tender la malla de cuerda.

Utilicé soga de esparto de ocho milímetros en la malla entrelazada, y para aumentar el efecto de privacidad, restando campo visual, opté por insertar unos tableros  rectangulares en medio del entramado que quedaron fijados conforme iba tendiendo las cuerdas.

Para estos dos separadores se utilizaron unos cien metros de cuerda, sin cortes ni interrupciones - una cuerda por biombo, se entiende - por lo que la tarea de tender el cordaje fue un tanto tediosa, pero poco a poco fue cogiendo forma asimilándose a lo que tenía en mente. Una vez finalizada la malla y convenientemente tensada se anudó el extremo final tras lo cual se colocó un tercer marco, similar al primero de manera que los cáncamos a través de los cuales pasaba la cuerda quedaban ocultos.


Montada la estructura, a uno de ellos, el cuadrado más pequeño, se le colocaron unos tacos gruesos en la parte inferior para que se pudiera mantener en pie de manera independiente permitiendo al mismo tiempo poder moverlo según las necesidades del servicio. Al otro, algo más estrecho, pero también más alto, dado que iba a quedar fijo en el acceso del pasillo, no fue necesario colocarle ningún soporte adicional ya que se fijó a la pared mediante una guía.

Terminada la estructura sólo fue cuestión de darle el remate de pintura, en un color blanco con un toque grisáceo. En las tablas suspendidas en el interior del entramado le añadimos unas imágenes con los logotipos del local utilizando una técnica de transferencia de imágenes y hecho ésto se aplicaron varias capas de barniz protector quedando de la manera que se muestra a continuación, una vez instalados.

Separadores finalizados e instalados
El último separador iba a ser diferente e iba a colocarse en la puerta de entrada, de manera que bloqueara en parte la visión directa de la calle evitando que la línea de mesas frente a ésta quedaran directamente expuestas a los curiosos que pasaban por delante de la misma.

Comencé confeccionando un bastidor, pero esta vez simple, sin marcos superpuestos. Se taladraron agujeros siguiendo una secuencia alternativa regular en las tablas superior e inferior y se entrelazó una cuerda, esta vez de forma regular de arriba abajo y viceversa hasta completar el marco.

Tras esto confeccioné un pequeño cajón en la parte superior con el objetivo de que quedara oculto a la vista el paso de las cuerdas, y otro mayor en la parte inferior que sirviera también de base añadiéndole unos gruesos tacos en la parte de abajo para mejorar la estabilidad de apoyo. Se remató la pintura, del mismo color que el resto de biombos y decoró, también utilizando la técnica de transferencia de imágenes, con los logos del local en la parte superior y unas grecas en el tablero central de la base. Con el barniz se le dio el toque final y quedó listo para colocar.




















Con esto quedaba finalizado el trabajo de nuestra primera incursión en el mundo de la Otra Restauración. Para mi fue un trabajo bastante satisfactorio ya que me permitió hacer lo que a mi realmente me gusta, diseñar y crear objetos nuevos partiendo de cero - la parte constructiva, sobre todo esos momentos pasando cuerdas, no es tan gratificante -. Con unas tablas, unos tornillos y unas cuerdas se pueden hacer muchas cosas, es cuestión de imaginación, y el resultado, salta a la vista, como podéis ver en la foto que os muestro a continuación, en la que se ven algunos de los objetos creados, y como se integran en el renovado ambiente del local.


 P.D.: Si queréis verlo en vivo y en directo sólo tenéis que ir al Santo Pecado Cocktail & Grill, en la plaza de San Francisco, frente a los antiguos juzgados de Santa Cruz de Tenerife. Un poco de publicidad nunca viene mal, sobre todo cuando tienes un Cliente que te da carta blanca para poder trabajar y desarrollar tus ideas.