viernes, 2 de septiembre de 2016

Puntos para el más allá

Al igual que la mayoría de españolitos de mi generación, nacidos en las postrimerías de la dictadura e inicios de la transición, recibí una educación católica apostólica y romana, de misa los domingos y fiestas de guardar, asistencia ésta ineludible para tener derecho al cobro de la paga semanal, en mi caso diez duros - traducido: cincuenta pesetas, para los más jóvenes - que corríamos afanados a dilapidar en el quiosco estratégicamente situado de camino al parque infantil - que hoy sería considerado infernal  por los diseñadores de columpios actuales -.

Cursé mis primeros años de colegio - sí, yo también fui a la E.G.B. - en un colegio de curas, de los de la época, aunque ya venidos a menos, no tan hábiles en el lanzamiento de tiza, ni certeros con la regla como los de la generación anterior, pero nada que ver con los de hoy en día. Dicho esto, lo cierto es que guardo muy buenos recuerdos de la época, en absoluto traumáticos.


A pesar de todo, parece que tanta insistencia no caló en mi lo suficiente y hace tiempo que me alejé de ése camino correcto - descubrí que hay otros muchos -, no obstante no puedo negar que algo queda de esa educación religiosa - lo bueno, creo - y eso, y otras experiencias me han hecho ser respetuoso con todas las creencias - éstas y otras - por lo que puedo entender que haya gente que valoré determinados objetos más allá de su valor como tal - yo el primero -, y sobre ésto va la entrada de hoy, de trabajos de temática religiosa que hemos restaurado estos últimos meses donde el valor de la restauración superaba al de lo restaurado, en términos económicos, lógicamente. Para los dueños, el sentimental no tenía precio.  

Hace unos meses nos llamó una señora interesándose por la posibilidad de restaurar un marco y la lámina que contenía. Tenía gran interés en hacerlo por el gran significado que para ella tenía - por motivos que entenderéis que no explique -, por lo que rápidamente llegamos a un acuerdo.

Estado original
Nos encontrábamos ante dos partes bien diferenciadas, por un lado la restauración de la lámina, de la que se hicieron cargo Eva y Alfredo, y por otro la reparación del marco, que me tocó a mi.

Tras desmontar el marco, se extrajo la lámina, que no estaba impresa sobre un papel de calidad y se había visto afectada por la humedad encontrándose deformada y con algunas arrugas además de manchas de moho.

Se limpió toda la superficie intentando eliminar las manchas, y allá donde no se pudo del todo, para no afectar al papel, o donde el color se encontraba desvaído e irrecuperable, Alfredo se encargó de devolverle el aspecto original - o casi - realizando un gran trabajo de pintura, con la dificultad que supone obtener unos colores similares a los originales para retocar la reproducción de forma que no se perciban los remiendos.

Para intentar mejorar la rigidez de la lámina, dada su extrema delgadez, y tratar de corregir las arrugas y deformaciones provocadas por efecto de la humedad, ésta se reforzó adhiriendo papel de seda por el reverso estirándola cuidadosamente para evitar que se produjeran roturas y planchándola con sumo cuidado.

El marco era cosa mía así que tras limpiarlo convenientemente, comencé por la parte posterior que era lo mas sencillo. Sólo hizo falta, tras el lijado de rigor, aplicarle un tinte para recuperar e igualar el color. A continuación corté una nueva trasera a medida para la lámina, esta vez de chapilla de DM, más resistente que la original, de un cartón bastante delgado y deteriorado por la humedad, siendo éste el origen de la deformación de la lámina, a la cual le había traspasado las ondulaciones por contacto.

La parte delantera del marco se pintó de blanco, tal como había solicitado la Cliente, salvo los relieves, que fueron reparados con masilla, allí donde los golpes y desgaste habían causado daños y se  recubrieron con láminas de doradas.
Tras limpieza y primera pintura
Pintado y dorado


Hecho ésto se envejeció y tras el secado se procedió al montaje. Marco, cristal, lámina reforzada y nueva trasera que se selló para tratar de paliar futuros efectos de la humedad dando como resultado final el mostrado a continuación.
Resultado Final

El segundo objeto religioso del que voy a hablaros es de una imagen de la Virgen de Candelaria, - Patrona de Canarias, para los que no lo sepan -, que viene al pelo para la temática de la entrada, aunque debo aclarar, en honor a la verdad, que en este caso no se trata de un trabajo mío, todo el mérito es de Alfredo que se lo curró de principio a fin.
Estado original

Como podéis observar en la imagen de la izquierda, se trataba de una reproducción de la Virgen realizada en escayola que apenas alcanzaba los treinta centímetros de longitud. Era una pieza, que ya tenía unos años, a pesar de lo cual se encontraba aún en su estado original, no se había realizado ninguna intervención sobre la misma y lo que el Cliente - para el que sin duda tenía un gran valor sentimental - nos pidió fue que la finalizáramos para que luciera palmito en el lugar de honor que le tenía reservado

Lo primero que hicimos fue buscar imágenes similares en internet para conocer como había que pintarla para no faltar a la tradición - ya sabéis la importancia de ésto en las cuestiones religiosas -, y una vez que la encontramos, ya con la fotografía impresa delante, Alfredo, que es el experto en policromía del taller, se puso manos a la obra.


Este es un trabajo de paciencia y constancia donde lo importante es el pulso y la atención al detalle, lo que hace que no esté al alcance de cualquiera.

En las fotos mostradas a continuación podéis ver parte de la evolución, un proceso que realmente duró horas, en el que poco a poco la figura fue transformándose y cogiendo color.





















Finalmente, y tras varios días de intenso - y pausado - trabajo quedó finalizada, y la prueba fehaciente de que el resultado había sido exitoso fue ver la cara de satisfacción del Cliente cuando vino a recogerla y la vio por primera vez tal como a continuación podéis observar vosotros mismos - casi se ve el aura alrededor -.


P.D.: No se si habrá algo más allá, pero espero que con estos, y otros trabajos que realizamos en el taller, al menos hayamos ganado unos puntos, nunca se sabe.