viernes, 29 de septiembre de 2017

En un puerto, italiano....

No me digáis por qué, pero mientras pensaba como comenzar esta entrada en la que voy a recopilar un trabajo de enmarcación realizado hace no menos de un año - si, lo sé, voy con mucho retraso -, me ha venido a la cabeza - por no decir invadido - una cancioncilla de mi infancia ... "en un puertoooo, italianooo ..." ¿Os acordáis de Marco?, bueno, hay que estar adentrado en la "cuarentena" para haber sido testigo de aquel momento inolvidable de televisión infantil - al menos en directo -.

Cuantas veces conté los segundos esperando...
Para los más jóvenes habría que explicarles el acontecimiento que suponía seguir las series infantiles de sábados y domingos, a la finalización del telediario de mediodía y justo antes de la película de sesión de tarde - los de cuarenta y ... sonreís, ¿eh? -, momento que esperábamos pacientemente para poder ver la serie de turno. Ni que decir que tan solo habían dos canales de televisión - o uno y medio como bien recordareis alguno -, que ni siquiera emitían programación continuamente, mostrando durante horas la inolvidable imagen de la "carta de ajuste". Que diferencia ahora, que los niños tienen a su disposición numerosos canales que emiten ininterrumpidamente dibujos y series infantiles durante las 24 horas del día, por no hablar de la ingente cantidad de contenidos disponibles a golpe de ratón a través de internet, y aún así parece que les sabe a poco - tendrían que haber vivido aquello -.

Con todo esto no quiero decir que ahora sea mejor, tan solo diferente. Si le preguntáis a mi hija seguro que dice que no siempre puede ver lo que le gusta, o en ocasiones es tanta la oferta que no sabe que elegir. Va saltando de canal en canal según acaba un capítulo para pasar a otro, parece el Carrusel Deportivo, aplicado a los dibujos animados. Ya me hubiera gustado a mi en mi época haber dispuesto de las facilidades que tienen hoy en día. Si te perdías algún capitulo por algún motivo... te lo perdías y punto, no había posibilidad de volverlo a ver, al menos hasta la aparición del VHS, que en mi casa no llegó hasta principios de los 80.


No obstante, si reconozco que se ha perdido buena parte del romanticismo que entrañaba la inexcusable cita ante el televisor, marcada en rojo en tu calendario mental y que por todos los medios tratabas de cumplir. No puedo olvidar aquel sábado por la tarde que con gran pesar tuve que perderme el capítulo de "La pantera rosa" para visitar a mi primera hermana recién nacida que ya podía haber elegido otro día para venir al mundo. En alguna ocasión se lo he contado y se reía, pero os puedo asegurar que en su momento, a mi no me hizo ni puñetera gracia.

Y que me decís del momento de la llegada de tu madre del "super" con los sobres de cromos que  entregaban con la compra de "danones" para abrirlos rápidamente esperando la aparición del ansiado cromo que te faltaba para completar el álbum de turno - el merchandising de la época -. No caeré en la cantinela de "todo tiempo pasado fue mejor", ni mucho menos, pero no podréis negar que les dábamos más valor a cosas que hoy en día pasan sin pena ni gloria para los niños.

Este hilo da para mucho por lo que no descarto  continuarlo en otra ocasión, pero por hoy ya es suficiente y tras esta breve introducción nostálgica, retornaré al origen de estos pensamientos y continuaré con una historia de marcos - de otro tipo -, vamos que pasaré ahora a contaros algo de restauración, que es de lo que supuestamente trata este blog.

Marcos listos para su entrega
Montar y restaurar marcos es una de las tareas que hacemos de vez en cuando en el taller, aunque bien es cierto que suelen ser normalmente de un estilo más o menos definido y que podríamos calificar de clásicos ya que los trabajos que nos suelen llegar habitualmente son reparaciones o modificaciones con estilos bastante encasillados, al menos hasta ahora, y es por ello que con esta entrada voy a iniciar una serie dedicada a esto, recuperando trabajos realizados en estos últimos dos años.

Como se puede ver en la imagen de la izquierda, comenzaré por un encargo bastante numeroso, no recuerdo bien - esto fue hace ya tiempo - cuantos marcos fueron exactamente pero debieron ser entre veinte y treinta de golpe y porrazo, tratándose básicamente de un trabajo de restauración: encolar esquinas, reparar golpes, pintar y dorar, no obstante si que hubo que fabricar algunos - cuatro o cinco, si mal no recuerdo -, completamente nuevos, pero en el mismo estilo.

Lo importante cuando tienes que trabajar con tanto material es organizarse para aprovechar bien el tiempo, por lo que tras desmontar las pinturas una a una, lo primero que hicimos fue establecer un orden en función del tipo de trabajo requerido por cada pieza, empezando a trabajar con los que estaban en peor estado y necesitaban pasar por todo el proceso para poco a poco ir incorporando, los que necesitaban menos intervenciones según las diferentes fases de trabajo que planificamos.

Lógicamente lo primero fue cortar las piezas necesarias para construir marcos nuevos, procediendo a continuación a montarlos, a la vez que íbamos encolando aquellos que estaban abiertos por las esquinas o incluso casi despegados en algún caso. Mientras unos se secaban, como no disponíamos de "sargentos" - como el que podéis ver en primer plano de la imagen superior - suficientes para todos comenzamos a darles color de fondo a los demás de manera que resaltara las imperfecciones y los golpes pasando a continuación al empastado y tapado de grietas.

Una vez encolados y pintados se lijaron para volver a empastar las esquinas, operación que en algunos de los marcos hubo que repetir en varias ocasiones hasta lograr que no se apreciaran las uniones. Finalizado este proceso pasamos a pintarlos de diferentes colores, un poco a nuestro criterio ya que el Cliente nos había dado bastante flexibilidad para ello, y que decidimos en función de los motivos contenidos en la pintura, o de la serie en el caso de varios marcos del mismo estilo. Unos se pintaron en verde, otros en negro pero la gran mayoría en rojo inglés, atendiendo a la preferencia expresada por el Cliente - al fin y al cabo eran las paredes de su casa donde iban a exibirse -.

Dorando un cuadro
A continuación pasamos al proceso de dorado, algo en lo que tuve que aplicarme ya que, si bien ya había hecho algún trabajo con anterioridad, generalmente de eso se encargaba Eva por lo que yo no tenía mucha práctica y mi ritmo era bastante más lento, pero la ocasión lo requería, dada la gran cantidad de marcos con los que había que trabajar, para tratar de evitar que se dilatara en exceso el tiempo de realización del trabajo. Me puse a ello y como todo es cuestión de práctica, poco a poco fui mejorando y si bien al principio iba con pies de plomo, poco a poco fui cogiendo confianza y mejorando tanto en técnica como en velocidad - aunque aún me queda mucho para llegar al nivel de Eva, para que nos vamos a engañar -.

Terminado el proceso de dorado y corregidas algunas imperfecciones surgidas durante el proceso, pasamos a envejecer todos los marcos, para darle un aspecto más clásico y acorde a lo esperado, tras lo cual, y una vez que todo estaba seco y limpio para evitar manchar las láminas y cuadros, procedimos a montar nuevamente todas las obras, colocar las traseras, en su gran mayoría nuevas por estar las originales afectadas por la humedad y sellarlo todo para evitar, en la medida de lo posible la dichosa humedad.

Finalizado todo el proceso, se empaquetaron todos los cuadros y se le hizo entrega a la Clienta, que algunos meses mas tarde, cuando nos encargó otro trabajo, nos confesó que aún no había terminado de colocar en las paredes de su casa. Aún le quedaba alguno pendiente que no tenía muy claro donde colocar. A continuación os muestro un par de ejemplos del resultado final del trabajo.



P.D.: Restauramos casi tantos marcos como series de televisión vi durante toda mi infancia, para que luego tu hija llegue y te diga que esta viendo una película del disco duro por que en los ocho canales de televisión infantiles no hay nada mejor. Tiene narices la cosa, dan ganas de dejarla una semana sin tele....