jueves, 8 de enero de 2015

Nueva aventura

Si bien todo ésto comenzó en plan autodidacta, valiéndome de mi propia experiencia y a veces con la ayuda de Internet, para poder avanzar más seriamente y con el objetivo en mente de poder dedicarme a esto profesionalmente, con el correspondiente empujoncito por parte de mi mujer - pase lo que pase nunca se lo agradeceré lo suficiente - como ya he comentado en alguna entrada anterior, cuando mi hija comenzó el colegio en septiembre - espero que siempre recuerde estas vacaciones de verano tan especiales como lo han sido para mi - me apunté a clases en un taller de restauración. Eran clases Do It Yourself, es decir, tú llevas tus proyectos y trabajas en ellos en un lugar, desde luego mejor acondicionado que la cueva y el patio trasero de casa donde venía haciéndolo hasta ahora, sirviéndote del material necesario y las herramientas disponibles, siempre con la ayuda y el consejo de la profesora que supervisa tus trabajos... pero lo mejor, sin duda alguna, es el ambiente en el que se desarrolla esta actividad.

En este corto espacio de tiempo he aprendido cosas, pero sobre todo ha aumentado mi convicción en lo que estoy haciendo. He conocido a un grupo de personas peculiares que no dejan de darme lecciones cada día y que me han mostrado que hay otra vida además de la que - al menos yo - había conocido hasta ahora, mas solidaria y cooperativa. Pasamos las mañanas entretenidas contándonos nuestras batallitas mientras trabajamos - y a veces colaboramos con el trabajo de los demás con ayuda y consejos - o disfrutamos de una pausa para compartir un café, y siempre hay algún espontáneo que aparece para alegrar la fiesta. Lo cierto es que es un espacio de trabajo que todos hacen que sea muy especial.

Dejando atrás este breve - aunque necesario para el espíritu - paréntesis, y volviendo sobre las clases contaros que inicialmente consistían en una mañana a la semana, lo cual era bastante frustrante, en el sentido de que cuando acababa el día tenía que dejar aparcado el trabajo hasta la semana siguiente y seguir con mis cosas de casa.

Pero todo fue estar en el sitio justo en el momento adecuado. Quiero pensar que fui como un talismán ya que desde que llegué comenzaron a entrar encargos de trabajos de restauración y transformación de muebles por lo que la profesora - Eva, es su nombre - dado que yo tenía tiempo, y supongo que me vería también con ganas de hacer cosas, una mañana me planteó la posibilidad de acudir al taller cuando quisiera y a la vez que continuaba con mis proyectos personales también le echara una mano con los trabajos ajenos que se acumulaban. Por supuesto acepté inmediatamente, la verdad es que no me costó decidirme, era una gran oportunidad para aprender teniendo a mi disposición un lugar de trabajo más adecuado y ajeno a las distracciones de casa - ya tengo llave y todo - por lo que así empezó la Nueva Aventura.

En apenas un par de meses había pasado de alumno a aprendiz colaborador, por llamarlo de alguna manera,  abriéndose a la vez varios proyectos por diferentes vías que me ilusionan y animan y que ya os iré mostrando conforme vaya ejecutando.

Silla Original
A continuación os muestro el primer trabajo de transformación en el que colaboré. Se trataba de un conjunto formado por seis sillas, dos de ellas con reposa brazos y una mesa. Las sillas estaban recién tapizadas pero el acabado que tenían no convencía a la propietaria por lo que nos las trajo para que las pintásemos de blanco acabado en decapé, técnica que ya había practicado y que habéis podido ver en entradas anteriores.

Empezamos con las sillas forrando la tapicería para no deteriorarla, seguidamente se lijaron completamente para eliminar el barniz y tinte anterior y posteriormente las pintamos de blanco. El color no lo cogían bien así que tuvimos que darles tres manos con sus correspondientes toques de lija entre una y otra. Acabado ésto pasamos al desbastado para realizar el decapé y por último dos capas de barniz a esponja para dejar un acabado fino.

Resultado final de las sillas
Acabadas las sillas era el turno de la mesa, y lo que parecía más fácil ya que no estaba tan repintada como las sillas, tuvimos bastantes problemas para conseguir que el tablero cogiera un color uniforme.


Mesa Original
Después de oscurecerla con tinte, como el acabado no era del todo parejo, probamos el envejecido, pero no funcionó por lo que la limpiamos completamente y comenzamos de nuevo. Así hasta tres veces de borrón y cuenta nueva. Finalmente, con paciencia y trabajo conseguimos un acabado homogéneo. El perfil inferior del tablero y la pata central fue coser y cantar después de lo que nos costó la parte superior, un par de manos de blanco, lijado, dos manos de barniz y por fin, trabajo terminado.

Lo que aprendí de ésta es que como todos bien sabéis, a veces las apariencias engañan y lo que parece complicado se convierte en simple y lo que parece fácil, en ocasiones se atraviesa de una manera inimaginable. Una para aprender...

Resultado final de la mesa


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