viernes, 17 de abril de 2015

Maleta para un largo viaje

Continuando con el nuevo proyecto, el segundo objeto seleccionado fue una vieja maleta de madera que habíamos comprado en nuestra visita a la laberíntica casa de La Laguna.

Maleta en estado original

Desconocemos cuantos años podía tener, el vendedor no lo sabía, pero por su aspecto podría asegurarse que muchos. Como se puede ver en la imagen el estado era lamentable, parecía que había viajado más que el baúl de la Piquer - y seguro que no la habían tratado tan bien -. Tenía cicatrices por todos lados y la carcoma había campado a sus anchas dejando innumerables rastros. Algunos herrajes estaban deshechos por la corrosión, o simplemente no estaban. Seguro que si esta maleta hablara podría contar un buen puñado de historias.

Lo primero que hicimos, por supuesto después del correspondiente repaso con la lija, fue reconstruir la estructura de madera. Se realizaron injertos en algunas zonas que  parecían que se iban a deshacer en cualquier momento, se encolaron algunas piezas, se repararon las grietas y se rellenaron los agujeros hechos por los amiguitos para lijar nuevamente y dejar preparada la superficie para la siguiente fase.

Operación a corazón abierto


A continuación le tocó el turno a los herrajes. Se les quitó el oxido y se trataron para evitar que se siguieran deteriorando sustituyendo los que estaban en peor estado y los ausentes echando mano de algunas piezas que teníamos en el taller e incluso fabricando otros con chapa metálica.

Finalizado el trabajo de reconstrucción,  pasamos al de transformación. Esto es como el momento en el que el pintor se enfrenta al lienzo en blanco con una idea en la cabeza - bueno, la mayoría de los pintores, por que hay otros... - y debe buscar la manera de plasmarla lo más fielmente posible sobre la tela. Lo nuestro es parecido, solo que en tres dimensiones.

 
En proceso de lavado de cara interior

Lo primero era elegir el color exterior. Nos decidimos por una variante, algo más viva del azul que ya utilicé en trabajos anteriores - si ya se que empiezo a resultar repetitivo, pero es que me gusta, de todos modos prometo no volver a utilizarlo en una temporada, después de esto ya he aplacado mis ansias -.

El interior teníamos claro que lo íbamos a forrar de papel, no sólo para decorar, también ayudaría a fortalecer la estructura. Había que dar con el motivo, y nos pusimos a ello - más Eva que yo, la verdad sea dicha -, y después de buscar y descartar varias ideas nos centramos en imágenes de retratos de mujer de época. Nos decantamos por portadas de revistas antiguas, y para rellenar el resto de espacio lo forramos previamente con papel de empapelar grueso con textura colocándolo en diferentes sentidos formando marcos que encuadraran las láminas. Durante el proceso de búsqueda coincidimos en que el color amarillo le daba un toque interesante al conjunto por lo que se pintó el papel de ese color. Fijadas las imágenes se protegió con un producto transparente y se envejeció todo el interior. Por último se le dieron varias capas de barniz a todo el conjunto.

Maleta terminada
Se añadieron los detalles finales forrando el asa con cuero rojo y se colocaron unos tirantes que permitieran mantenerla abierta dejando a la vista el interior.

En origen barajamos la opción de colocar la maleta sobre un soporte metálico dándole utilidad como mesa. Teníamos dos en el taller recogidos recientemente pero ambos rebasaban las dimensiones de la maleta, uno en ancho y otro en largo así que los descartamos, y a la vista del resultado del interior - nos gustó bastante, todo hay que decirlo - nos pareció mejor dejarla tal cual y que su futuro propietario le diera el uso que considerara más conveniente.

Ya estaba lista... No, otra vez esa sensación de que faltaba algo. No terminaba de verlo claro y volví a retomar la idea del soporte. Me puse a buscar ideas, como no en internet. Después de navegar, no mucho ciertamente, encontré algo que me gustó, un simple soporte de tijera, era bastante adecuado a la idea que tenía de no restar protagonismo a la maleta, que era de lo que se trataba.

Teníamos unas patas de tijera en el taller procedentes de una mesa de exterior que había encontrado recientemente y que guardaba para hacerme una mesa de terraza, pero eran demasiado anchas. Ante la perspectiva de tener que recortarlas y adaptarlas me lo replanteé y opté por empezar de cero, ¿por que no?.

Estructura antes de decorar
Fue cuestión de coger unos listones por aquí, otros por allá, hacer unos rebajes, encolar, atornillar y poco a poco fue cogiendo forma. Como quedaba muy alta, corté sin más, le añadí unos refuerzos en los encuentros para sostener un soporte en forma de bastidor y por fin finalizada.

Ahora había que vestirla. Primero el color, y elegimos el mismo rojo - pensabais que iba a escoger otra vez el azul ¿eh? - que habíamos utilizado para tintar el cuero de la manecilla y las tiras laterales. Después de pintarla, y como quedaba un tanto sosa me decidí por añadirle algunos detalles adicionales.

Estructura finalizada

Lo primero fue colocarle unas chapas cuadradas en las crucetas de las tablas principales y unas tiras metálicas en en los encuentros de las patas con los travesaños inferiores. Después se forraron con cuero del mismo color las esquinas del bastidor para evitar que la maleta se rayara con el contacto y por último se forraron con papel con motivos heterogéneos los travesaños transversales. Ya sólo faltaba consumar la unión matrimonial del señor soporte con la señora maleta y ver como quedaba.

Y esta que se muestra a continuación es la foto de la entrada en la habitación nupcial en la que el señor soporte, siguiendo la tradición, cruza el umbral portando en brazos a una boquiabierta Señora Maleta - aunque bien mirado parece un marciano cabezón con la tapa de los sesos abierta -.

Estado Final

P.D.: Me siento muy orgulloso del trabajo realizado y de como hemos conseguido transformar una antigua y olvidada maleta, que salvamos de un oscuro rincón de una vieja casa, en un colorido y alegre mueble con aire belle epoque que espero viva, al menos tantos años como los ya vividos, en un lugar destacado de una nueva casa... o casas - nunca se sabe-.

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