viernes, 18 de diciembre de 2015

Momentos escatológicos


Otra de mis aficiones - una más - es la lectura. Leo en cualquier momento y lugar, de manera un tanto caótica, habitualmente varios libros a la vez, y por rachas, lo mismo termino un libro en cuatro meses como cuatro en un mismo mes.

Aunque al principio me resistía a abandonar el romanticismo del papel, finalmente sucumbí a mi vena pragmática durante mi exilio en Barcelona - por motivos laborales - ante la incomodidad de cargar ladrillos de papel en el tren camino del trabajo todos los días y en el avión camino a casa los fines de semana. Lo cierto es que a día de hoy leo mayoritariamente en la tablet y en ocasiones - cada vez más - en el móvil, de hecho el último que adquirí fue con pantalla relativamente grande, precisamente con el objetivo de facilitar la lectura. Ya sé que es poco ortodoxo, pero también hay que reconocer que es un recurso muy socorrido, siempre lo tienes a mano - somos esclavos de este artilugio - y te permite aprovechar cualquier momento de espera o aburrimiento para evadirte con la lectura.

Como suelo leer en cualquier lugar, tengo libros regados por los puntos de lectura habituales. Si bien es cierto que el libro principal suele estar en la tablet y el móvil simultaneamente para poder acceder a él fácilmente en cualquier lugar, en la tablet cuando estoy en casa, y en el móvil cuando estoy en la calle, hay otros lugares habituales donde podéis encontrar libros a medias, como en la mesilla del dormitorio, aunque últimamente aquí también leo en la tablet - al no necesitar luz no molestas -. También podeis encontrarlos, como no, en el baño del sótano y en el aseo de la planta baja - seguro que algunos de vosotros también lo haceis -, Sancta Sanctórum de la casa en el que aún es posible - a veces - disfrutar de momentos de privacidad alejado de la vorágine doméstica, donde sólo caben lecturas ligeras y lugar en el que el papel aún prevalece sobre las nuevas tecnologías.


En este último rincón de lectura suelo leer comics, y si bien es cierto que tenía el lugar adecuado para guardarlos, sobre el armario de las medicinas, mi hija, que como todos los niños tiene la necesidad de imitar a sus mayores, se quejó de que no alcanzaba - ya sabéis, mantener los medicamentos fuera del alcance de los niños - por lo que tuve que buscar una solución a ese pequeño inconveniente doméstico.

Andaba ya varios días dándole vueltas a la cabeza a ver si me ocurría alguna solución, cuando trabajando en el taller con cajas de frutas - os remito a la entrada El Chino - me llegó la iluminación, ¿por que no utilizar una de estas cajas?.

Tipo de caja utilizado
Hacer un revistero no podía ser complicado, la idea era una sencilla estructura en forma de U sirviéndome de la propia caja. Había que buscar algo simple, práctico y rápido de hacer.

Desmonté una caja recuperando los laterales más cortos y los pinté por la cara interna del mismo color que el exterior, el cual retoqué ligeramente para tapar el exceso de texto y simplificar la apariencia. Uní estos dos laterales con una base hecha a partir de una tabla cortada a la medida y pintada del mismo color. A continuación, una vez barnizado todo, le añadí unas pequeñas ruedas que me habían sobrado de otro trabajo anterior y ya estaba listo.

No es que os quiera demostrar con esto un despliegue de técnica y oficio, sino todo lo contrario, mostraros lo fácil que es resolver una carencia con un poco de imaginación, ni siquiera trabajo, por que no llevó más de media hora, y lo más importante, como quien dice,... por dos duros.


Revistero a pleno rendimiento
P.D.: No quisiera desaprovechar la ocasión para rendir un homenaje a Ibáñez por tantos buenos momentos, sonrisas y carcajadas que me ha provocado a lo largo de más de 30 años, pero sobre todo, por que fue leyendo sus comics lo que despertó en mi el gusanillo por la lectura.

martes, 10 de noviembre de 2015

¿Donde están las zapatillas?


Continuando con la puesta al día del hogar, otra de las necesidades que teníamos era una zapatera en la entrada de casa, simplemente para guardar las zapatillas, ya que en casa tenemos por costumbre quitarnos los zapatos cuando entramos, y si bien es cierto que buena parte del año andamos descalzos por la casa - costumbre muy sana y recomendable -, cuando llega el frío no es muy aconsejable así que... que mejor que unas zapatillas peludas y calentitas.

Los zapatos los guardamos en la planta alta de casa y lo cierto es que se hace pesado entrar en casa y tener que subir las escaleras para ir a buscar las zapatillas - los que tenéis escaleras en casa seguro que lo entendéis -, así que había que buscar una solución. No estaba muy bien eso de entrar en casa y encontrarte las zapatillas regadas por el salón, o tener que buscarlas por los rincones por que no recordabas donde las habías dejado - sobre todo esto último - antes de salir. Si las llaves, los paraguas y los abrigos tienen su sitio, por que no las zapatillas, uno ya está un poco mayor y necesita tener sitios fijos donde dejar las cosas para perder el tiempo buscándolas - los de cierta edad seguro que también lo entendéis, y los que no, ya os llegará el entendimiento, seguro-.

Tenía que estar a mano, junto a la entrada, así que el lugar era obvio, debajo del sofá y la iluminación me llegó al recordar esos cajones que venden para colocar bajo las camas. Necesitaba algún tipo de caja, lo suficientemente amplia para contener tres pares de zapatillas y lo suficientemente baja para para caber bajo el sofá. Una opción habría sido hacerla pero primero eché una ojeada por el taller a ver si encontraba algo útil que me ahorrara trabajo. Encontré unas cajas de vino procedentes de un lote que me había regalado un amigo y que había pertenecido a una empresa que fabricaba este tipo de embalajes y con la crisis - otro afectado - y la sustitución por embalajes de cartón - más baratos - habían desechado esa línea de producción por su escasa rentabilidad.
Cajas originales

El tamaño era perfecto - cajas de tres botellas, y recientemente habíamos decorado unas como regalo para un Cliente, así que por que no decorarme unas para mi.

Cajas pintadas
Tras lijarlas ligeramente las pinté, cada una de un color diferente, rojo, naranja y rosa, colores cálidos que no desentonaban con el sofá. A continuación decoré el fondo de cada una de ellas mediante transferencia de imágenes con un motivo relacionado con cada uno de los propietarios del cajón.
Resultado final
La de mi hija con unas zapatillas de ballet - Eva se encargó de darle un toque de color pincel en mano -, la de mi mujer con unos tacones y la mía con una chistera, aunque lo cierto es que ni a mi mujer le gustan los tacones, ni a mi las chisteras.
A mi hija si le gusta el ballet pero como no podía ser de otro modo, como cualquier niña de siete años, el día que llevé la zapatera a casa intentó adueñarse de la caja de los tacones, pero ya era tarde, estaban asignadas y cada una tenía impreso el nombre de su propietario con letras de molde.

Zapatera en su sitio
Seguídamente y valiéndome de unos listones de madera, previamente pintados en violeta, compuse un marco alrededor de las cajas pegadas previamente y coloqué unas ruedas en las esquinas para facilitar el rodamiento. Tras barnizar el conjunto y colocar nuevamente las cuerdas que hacían la función de asideros, solo fue cuestión de colocar las zapatillas en el interior y quedó listo para el uso diario.




sábado, 24 de octubre de 2015

En casa de herrero...


...cuchara de palo, dice el refranero español. Pues este verano me propuse contradecirlo. A lo largo del año vas acumulando ideas - tengo que hacer... - que vas posponiendo - ...algún día -, por falta de tiempo o por que siempre se te ocurre otra cosa mejor que hacer - falta de ganas, para que nos vamos a engañar - hasta que por fin un día, como si de la inspiración divina se tratara, de repente vi la luz y me decidí a aprovechar los ratos muertos en el taller, entre mano y mano de pintura o barniz para, a parte de tomar café, ir desarrollando esas propuestas que tenía pendientes para casa.

Una de ellas era hacer una mesa para la terraza, la que teníamos de plástico había pasado a mejor vida y tampoco era plan de estar cogiendo prestada la de los vecinos cada vez que quieríamos desayunar o tomar algo al aire libre. Hacía ya algún tiempo había encontrado abandonada una mesa de terraza de madera junto a un contenedor. El tablero estaba en muy mal estado, agrietado e inflado por la humedad, en resumen irrecuperable, pero las patas si eran reciclables así que las había guardado para alguna ocasión como ésta.

Comencé por las patas, tipo tijera, tarea sencilla, simplemente desmontar y lijar para retirar el barniz cuarteado y volver a montar para a continuación pintarlas de color gris, a juego con las sillas que ya tenía.
Mesa en proceso
El tablero lo sustituí por una tabla de DM plastificado que encontré entre los recortes almacenados en el taller. Ni siquiera hizo falta cortar, tenía las dimensiones justas. Pinté los cantos del mismo color gris y lo atornillé a la estructura de las patas.

Como quedaba un poco triste me decidí por decorar el tablero, como no con papel, y que mejor motivo que etiquetas de cerveza - recordad siempre que las Autoridades recomiendan el consumo responsable -. Un homenaje a esos aperitivos - y cervezas - en la terraza, bajo la sombrilla en los días de calor, que ahora que han llegado las lluvias parecen lejanos.

Para finalizar unas buenas capas de barniz protector de exterior contra las inclemencias del tiempo y a disfrutarla. Una cosa menos.

Mesa Finalizada

Otra de las cosas que tenía pendientes era el reloj de la cocina. Un día, al colgarlo tras cambiarle la pila, se me resbaló de las manos y se desprendió la sujeción de la pared - esas cosas también me pasan a mi, como a cualquier hijo de vecino - cayendo al suelo y astillándose en una esquina. En ese momento, como estaba haciendo otras tareas domésticas, lo dejé en un rincón y ahí quedo durmiendo el sueño de los justos, y no por que lo hubiera olvidado, casi todos los días al entrar en la cocina lo veía y me decía tengo que arreglarlo, pero ya sabéis como son estas cosas, y al título de la entrada me remito, lo vas dejando... lo vas dejando.

Por fín, un par de meses - si, meses - y tres recaditos de mi mujer mas tarde, en poco más de cinco minutos pegué la pieza rota y coloqué una nueva sujeción para colgarlo, pero una vez en su sitio me pareció que el reloj estaba un poco soso, ya no parecía digno para ocupar un lugar en esta casa, le faltaba alegría, así que lo volví a descolgar y con la excusa de que lo iba a tunear volvió al banquillo nuevamente.

Otro par de meses más tarde - literal, en serio - y tras otros cuantos amables recordatorios de la voz de mi conciencia - mi mujer, por supuesto - hice acopio en el taller de algunas servilletas de papel con diferentes dibujos y ese mismo fin de semana matamos dos pájaros de un tiro - esto no es literal, que no se asuste nadie -, hicimos una manualidad en familia para rellenar una tarde de aburrimiento y por fin decoramos el reloj.
Originalmente todo blanco


Trabajo en equipo


Hicimos un sencillo - mi hija de siete años hizo buena parte - trabajo de decoupage - ya sabéis, término cool para decir que lo empapelamos - sobre los números, cada uno con parte de una servilleta diferente y finalmente quedó como os muestro a continuación.

Resultado Final
Por fín tenemos reloj en la cocina, y creo que hasta él está contento, ahora llama la atención y desde que lo colocamos son varias las personas las que han entrado en la cocina y han preguntado de donde hemos sacado ese reloj tan original.

Estas son las cosas que hacen que te des cuenta lo fácil que es, por poco dinero y tiempo, además de disfrutar de la tarea, dar un cambio y reconvertir una triste y desapercibida presencia en un foco de atención.

viernes, 9 de octubre de 2015

Retorno al pasado

Aunque me dedique a ésto de reciclar y restaurar, fruto de mi interés por los objetos antiguos, o al menos con unos cuantos años a sus espaldas, no implica que sea detractor de las nuevas tecnologías - para muestra este blog -, pero reconozco que la avalancha tecnológica de hoy en día me sobrepasa. Cuando crees que te has puesto mas o menos al día en algo resulta que ya está mas que superado y ha sido sustituído por otro nuevo programa, aplicación o artilugio - seguro que vuestr@ hij@ os ha dado mas de una lección con el móvil o la tablet -, pero lo cierto es que hace tiempo que me lo tomo con calma y ya no sufro en absoluto por no estar a la última. He llegado a la conclusión - yo solito - de que la tecnología está ahí para ayudarnos y cada uno debe tomar lo que le interesa, no se puede pretender abarcar todo - salvo los frikies tecnológicos - ya que también se vende mucho humo y te intentan crear necesidades innecesarias. En plena era del mp3 - o eso creo, a lo mejor ya hay algo más nuevo - yo sigo disfrutando de mis vinilos, pero no reniego del nuevo formato - o penúltimo, no se si con spotify y aplicaciones similares hemos entrado en otra era -, que me permite escuchar música en cualquier momento y lugar. Ni todo lo nuevo es bueno, ni todo lo viejo es malo.

Para mi, la pena de esta evolución - que reitero, no es mala - es la perdida del valor del conocimiento, hay tanto, y tan accesible que hemos dejado de apreciar lo que le costó a alguien descubrirlo o hacerlo. Hoy en día puedes encontrar todo - o casi - en internet. Quien no ha buscado algún tutorial o como hacer... algo, aunque sea una simple receta de cocina - yo el primero -. Ha desaparecido mucha de la magia y el romanticismo de los procesos de aprendizaje. Con la  velocidad a la que hoy se mueve el mundo nos olvidamos de que lo importante no es sólo llegar, también lo es disfrutar del viaje.

Este hilo da para mucho, pero no es el momento, aunque volveré - seguro -. En esta ocasión me quedo con la parte del romántica y la nostálgica, afortunadamente una de nuestras fuentes de trabajo, todo hay que decirlo, ya que cada vez más - o al menos esa es mi impresión -, hay gente interesada en recuperar viejos muebles y objetos, en ocasiones sólo por el valor sentimental.

Una de las personas afectadas por este síndrome nos llamó un día para pedirnos un presupuesto por la restauración de un viejo escritorio, herencia familiar, que tenía almacenado en el trastero de su azotea desde hacía muchos años. Valiéndonos de la ayuda de las nuevas tecnologías -de las buenas- , le pedimos que nos enviara unas fotos del mueble. Aunque no parezca muy ortodoxo nos permite hacer una valoración inicial y ahorrar tiempo - hoy en día parece que todos queremos las cosas para ayer - sobre todo en casos de muebles aparatosos o cuando el Cliente está distante. A primera vista no parecía muy grave, y como el presupuesto orientativo que le dimos, a falta de posibles sorpresas ocultas - a veces las hay, llámese presencia de seres indeseables o problemas estructurales ocultos -,  lo consideró razonable, aceptó, por lo que nos desplazamos a confirmar la valoración y recogerlo - no había sorpresas -.
Estado Original
Se trataba de un escritorio de aglomerado contrachapado que salvo por una pata de apoyo un tanto díscola y los daños ocasionados por la humedad, que se había cebado especialmente con uno de los laterales, no presentaba mayores inconvenientes que los derivados del abandono durante más de diez años en un trastero. 

A parte de reparar estos desperfectos, el Cliente quería actualizarlo pintándolo de blanco, al menos en parte, para poder integrarlo en la decoración actual de su vivienda, dejando a nuestro criterio como hacerlo - al menos no permitía un margen para la imaginación -. Por sugerencia nuestra aceptó forrar el interior de los cajones con papel - marca de la casa -, aunque insistió en que quería participar en la elección del mismo - el Cliente manda -.

Como se puede apreciar en las fotos, el aspecto era desaliñado pero se trataba de un mueble bien hecho - me gustaría poder decir lo mismo de la mayoría de los muebles que se fabrican hoy en día -.

Comenzamos por lo más grave,  extrayendo los cajones para poder reparar la pata que estaba a punto de ceder fijándola y repasando el resto, aprovechando para encolar algunos puntos débiles que encontramos en la estructura para devolverle la rigidez que había perdido por el paso del tiempo.


Seguidamente pasamos al lateral más afectado por la humedad. El contrachapado exterior presentaba grietas y desconchones, en tan pésimo estado que se despedazaba al simple contacto con los dedos, aunque por fortuna, los daños sólo afectaba a la capa más superficial encontrándose el aglomerado interior en perfecto estado de revista. Fue suficiente con cortar la parte dañada de la chapilla externa y sustituírla por una nueva de igual textura. Como habíamos decidido que los laterales se iban a pintar de blanco no hubo que buscar el mismo tono - afortunadamente - por lo que nos ahorramos el trabajo de tener que tintarlo para que no se notara la diferencia. 

Hecho esto continuamos con la limpieza, el decapado y lijado de todos los elementos para eliminar el barniz antiguo y escamado para lo cual, y al objeto de facilitar el trabajo, se desmontaron bisagras, puerta y separaciones interiores. Finalmente se rellenaron algunas pequeñas grietas dejando todo listo para la siguiente fase.

Se pintó buena parte de la estructura de blanco roto, tal como el Cliente había solicitado manteniendo el frontal de los cajones, la puerta y la estructura de separadores interior con la madera a la vista. También se respetó la apariencia original de los perfiles a los que hubo que pintar los surcos.

Se forró el interior de los cajones con el papel seleccionado por el Cliente entre las diferentes opciones que le dimos. Eligió uno bastante austero, yo habría optado por algo mas... llamémosle psicotrópico, aunque debo reconocer que el elegido iba bastante en la línea del mueble. Se limpiaron y trataron contra el óxido las bisagras y cerradura y se montaron todos los elementos.

Finalmente se aplicaron varias capas de barniz y listo para la entrega. Quedamos bastante contentos con el resultado, y creo que el Cliente también, que es lo que importa. Recuperó una parte de su pasado.

Estado final

viernes, 21 de agosto de 2015

Ferrocarril al Oeste

Llevaba un par de días trabajando con una mesilla de metal, cuando a primera hora de la mañana Eva paró su coche en la puerta del taller pidiendo ayuda - ¿que pasó? -, nada grave, sólo necesitaba que le echaran una mano para descargar unas maderas que acababa de comprar. Entre éstas se encontraban unos tablones procedentes de palets sin montar, que aunque no lo creáis cuestan más caros que comprando el palet terminado - como los coches que sale mas a cuento comprar dos montados que uno por piezas -, pero la pequeña diferencia de precio en este caso bien vale la pena por el esfuerzo que te ahorras - os invito a que hagáis la prueba de despiezar un palet vosotros solitos, entenderéis por qué es preferible pagar un poco más ...os animo, ¡veréis que divertido! -.

A la vista de la montonera de tablas me vino un flash repentino, ¿por que no hacer algo con esos tablones y la estructura metálica que rondaba hacía meses en el taller y de paso nos la quitábamos de encima de una vez?. La idea me inspiraba más que lo que estaba haciendo, sin mucho convencimiento, en ese momento, así que sin pensarlo dos veces aparqué la mesita metálica en el rincón del que había sido rescatada - tendrá que seguir esperando su oportunidad -, me hice con la estructura,  me puse a pulirla y le di un tratamiento anticorrosión.

Al día siguiente comencé a forrarla con los tablones aunque aún no tenía muy claro lo que iba a hacer, pero a veces el proceso creativo consiste en dejarse llevar por las ideas que fluyen conforme vas trabajando. Otras veces no funciona y hay que dar marcha atrás, pero el ensayo-error también forma parte del proceso y en ocasiones - por desgracia, no siempre - se aprenden interesantes lecciones de los errores. Medir, cortar, encolar, clavar, poco a poco iba tomando cuerpo, aunque teniendo en cuenta la disposición de la propia estructura, tampoco daba mucho margen a la imaginación. Constaba de dos partes diferenciadas, una superior mas pequeña y otra mayor debajo, además tenía un fondo bastante limitado, a penas treinta centímetros, por lo que lo más adecuado parecía ser convertirla en una cómoda o mueble de recibidor.

Estructura montada y tratada
Estructura en montaje
 

Completé los laterales, la trasera y los tableros horizontales dejando solamente abierto el frontal. Pensé que lo más útil en la parte superior serían unos cajones y para ahorrar trabajo busqué entre la pila que almacenamos, fruto de las colectas callejeras, y mira por donde encontré dos, que habían entrado en el taller a penas un par de días antes procedentes de un armario que a un compañero le habían regalado de una casa en la que había montado un armario empotrado. Eran perfectos, únicamente había que ajustar el fondo.

Cortados los cajones, cambié los frontales sustituyendo los originales que tenían los cantos redondeados - modelo apartamento rústico cutre - por unos tableros de DM ya que tenía la idea de forrarlos de papel, no se iba a ver y el acabado quedaría más fino. A continuación pinté el interior y laterales con un llamativo color naranja que fabriqué sobre la marcha - el azul sigue en la recámara... algún día volverá -. 


Tocaba elegir el papel y no tenía claro lo que quería así que fue cuestión de arrancar el ordenador y ponerse a mirar láminas y más láminas esperando que llegara la inspiración, y llegó, afortunadamente más pronto que tarde. Me decanté por una que en su día había seleccionado para la Maleta para un largo viaje y que nunca llegué a utilizar. Se trataba de un colage formado con antiguos billetes de ferrocarril norteamericano bastante llamativo, al menos así me lo pareció.

Detalle de cajón

Con este papel forré el frontal y el fondo de los cajones así como la balda intermedia que iba a colocar en la parte inferior. A continuación utilicé unas varillas de madera y unos topes de plástico para para dejar perfectamente encajados los cajones en la estructura.

Faltaban los tiradores pero esta vez tenía claro lo que quería, unos dorados de media concha que había visto recientemente, mientras buscaba tiradores para otro mueble, y que no me costó mucho encontrar - esta vez -.

Como los colores predominantes del papel eran cálidos, me animé a utilizar un tinte naranja para la estructura de madera olvidándome del aspecto de madera desgastada - tipo far west - que tenía pensado originalmente y que ya había probado en la parte posterior - a esto me refería con lo de ensayo-error -, pero que no me convenció del todo.

Vista Lateral

Por último, y al hilo de la temática de los billetes de tren coloqué unas palabras alusivas al tema utilizando las letras de molde que habíamos conseguido hace no mucho tiempo, simulando a las que se veían en las cajas de madera en las que antiguamente se transportaban mercancías - al menos esa es la imagen que me vino a la mente en el momento en el que se me ocurrió- .

El aspecto final creo que resulta bastante colorido y alegre por lo que puede encajar perfectamente en el recibidor de una casa colorida y alegre - escucho ofertas-.
 
Aspecto Final

jueves, 6 de agosto de 2015

Parto prematuro

Corría allá por el mes de noviembre cuando apareció una chica por el taller con unos muebles para restaurar. Se trataba de cuatro sillas antiguas, aunque no tanto como querían imitar, una pareja con reposabrazos y otra sin ellos, no de mala calidad pero con un infumable tapizado de skay azul que delataba la época de fabricación, calculo que allá por mediados de los 70. Dos sillones bajos, bastante sencillos, también con un tapizado digno de Cuéntame - de las primeras temporadas - y un puf.
Estado original

Lo que quería la Clienta era renovarlos y darle un aspecto más moderno, pero nada estridente - puso cara de póquer cuando le enseñe mi silla azul protagonista de la entrada trono vintage, que casualmente por esa época estaba en el taller recién terminada -. Se autoproclamaba bastante clásica - doy fé de ello -, y ese era el estilo que quería, blancas y con unas telas monócromas que ella misma se iba a encargar de seleccionar a su gusto.

Nada que objetar, el Cliente siempre tiene la razón - por eso no me entusiasman tanto los trabajos de restauración, al menos los que no te dan mucho margen de maniobra -.

Lo cierto es que llevó su trabajo, sólo tenéis que echar un vistazo a la foto e imaginaros quitando chinchetas de la tapicería , lijando a mano todas esas curvas, y lo mejor de todo, lijar los ribetes dorados de los contornos - eso fue lo mas divertido, ja, ja, me río por no llorar cuando lo recuerdo -. Y ahora, multiplicadlo todo por cuatro.

Es cuestión de paciencia y músculo, y se cuenta rápido, pero querría veros hacer una sola silla para que aprendais a apreciar el trabajo que cuesta. Lo cierto es que si se cobrara la mano de obra que se invierte en algunos trabajos no habría dinero suficiente para pagar ni en la Caja B de Bárcenas.
Preparado para tapizar
Terminado el trabajo de lijado y limpieza lo siguiente fue reparar algunos desperfectos con masilla, encolar alguna pata díscola que parecía que iba a saltar a la pista de baile en cualquier momento y finalmente pintar de blanco inmaculado las estructuras.

Los sillones apenas llevaron trabajo en comparación con las sillas ya que había poca madera que retocar - una cosa compensa a la otra -, casi todo era de tapicería. Se lijaron los reposabrazos y se repararon dos de ellos, uno que estaba partido y desplazado y otro a punto. Se arregló también una pata astillada, se ajustaron los tornillos y por último se aplicó un tinte natural para restaurar el color original. 














Ya del puf ni hablamos, coser y cantar en comparación con lo anterior.

Terminado el trabajo, llamémoslo de restauración, era la hora del tapizado. Tras varias llamadas a la Clienta, a la pregunta de si ya tiene las telas: "No, es que me han recomendado en la tienda que lleve una silla de muestra para poder hacer mejor la elección, pasaré a buscarla". Tic, tac, tic... un mes mas tarde, y varias llamadas después aparece por el taller a recogerla. Tic, tac, tic,... un mes mas tarde, y tras varias llamadas, ya se había decidido pero..."No hay telas en stock así que las he mandado pedir a península" - otro de los inconvenientes de la insularidad -. Tic, tac, tic,...  un mes mas tarde por fin han llegado las telas - parece que vinieron en camello por la ruta de la seda -, "a ver si las llevo... y la silla, ja ja" - yo también me parto - . Tic, tac, tic,... un mes mas tarde la Clienta trae la silla de muestra y las telas - no se si venía también en camello -, pero... ¡nooooo!... falta la tela de los sillones y el puf..."que gracia, se me olvidó la otra bolsa en casa" - a mi también me da la risa -. Tic,... ¡sólo un día más tarde! - ¿que habrá ocurrido? - la Clienta trae el resto de tela - ¡Aaaaleluya! -. Por fin, llamamos al tapicero que claro está, ni se acordaba del presupuesto que nos pasó. Tic, Tac,... una semana mas tarde el tapicero - "es que estoy muy liao" - recoge los muebles. Tic, tac,...llamada del tapicero "oiga, que falta el galón para rematar el tapizado, ¿qué le pongo?". Llamamos a la Clienta "yo me encargo" - ¡cielos! -, Tic, tac, una semana más tarde, la Clienta aparece con el galón por el taller - ¡jaaar! -. Llamamos al tapicero: "Ya está el galón". Tic, tac,... una semana mas tarde el tapicero - "es que estoy muy liao" - recoge el galón. Tic,... una semana mas tarde llamada de la Clienta: "¿ya han terminado? - grrrr - Tic, tac, tic,... tres semanas mas tarde aparece el tapicero con el trabajo acabado - voy a llorar-. Llamamos a la Clienta: el trabajo está terminado, páselo a recoger... ¡de una puñetera vez! - esto último no lo dije pero juro por Snoopy que lo pensé -. Tic,... una semana mas tarde lo recoge - ¡Yujuuuu!, sólo han sido ocho meses, como un parto prematuro -.



















Resultado Final
P.D.: Finalmente no sabemos si es niño o niña, pero después de tanto tiempo al final el trabajo salió bien, al menos la Clienta quedó muy satisfecha, a pesar de las peripecias, que es de lo que se trata.

P.D.2: No, no estoy negativo, y no voy a comentar nada de las telas,... bueno salvaría la estampada en relieve, dentro de lo que cabe...

sábado, 27 de junio de 2015

El Chino


A escasos metros del taller tenemos "El Chino", y no me refiero al típico bazar en el que todos estáis pensando, repleto de mil y un artilugios made in china, en este caso se trata de una tienda de comestibles de barrio que únicamente se diferencia por que es regentada por una familia oriental.

Allí trabajan todos, y aunque habitualmente está el que parece ser el cabeza de familia - nunca mejor dicho, por su tamaño craneal - y una chica joven - la mujer es otra, eso ya lo controlo -, que es la que realmente trabaja, en ocasiones puedes encontrar al resto de miembros del clan: mujer, hijo, prima, abuelo,... Están bastante occidentalizados - en lo malo -, cuando hay más de uno apenas cruzan palabra, únicamente cuando se preguntan el precio de algo - intuyo, ya que mis conocimientos del mandarín no van más allá de ni hao - pero eso si, lo que es hablar por el móvil y whatsappear, no paran.

El aspecto del comercio es tan cutre como el de la tienda de barrio de toda la vida, y cuando digo toda la vida es eso, la montaron hace treinta años y sigue igual, la única diferencia es la super-mega-pantalla-plana-smart-tv-high-definition-color-chorrocientos megahercios-último-modelo - por cierto, coreana - que muestra las imágenes de las cámaras de seguridad, que a juzgar por el número de recuadros, deben tener una por cada huevo del cartón. Por lo demás, nada más allá de vulgares estanterías metálicas, dobladas por el peso de la mercancía, neveras que no enfrían repletas de bebidas y pilas de cajas de fruta y verdura.

Tras este inútil y aparentemente innecesario preámbulo, sin entrar en polémicas sobre la invasión oriental, explotación laboral, evasión fiscal o cualquier otra crítica que se os pueda ocurrir relacionada con esto - cada uno es libre de opinar lo que quiera y éste no es el foro de discusión -, lo cierto es que es nuestro proveedor oficial de plátanos, alimento básico del taller junto a las palmeritas de hojaldre y el café - procedentes de otros proveedores locales -. 

Un día cualquiera, alguien trajo de "El Chino" una de esas cajas de madera en las que se transporta la fruta, por si alguien quería hacer algo con ella. Al día siguiente apareció otra caja. Un par de días más tarde, yo mismo, traje dos más, y como quien no quiere la cosa, se fueron acumulando en un rincón, hasta que días más tarde, a alguien, en un momento brainstorming, se le ocurrió que podíamos utilizarlas para practicar determinadas técnicas.

Me refiero a las cajas de fruta de madera de toda la vida, que a pesar de que parece que el tiempo no ha pasado por ellas, si uno se para a observarlas detenidamente,  descubre que la evolución tecnológica ha producido un efecto inversamente proporcional en el material utilizado para su confección. La chapilla de ahora es del grosor del papel de fumar - debe estar cortada con láser - y algunos modelos vienen incluso sin asas - ya se transportan en palets, no a mano -, parece que en cualquier momento se van a descuajeringar. Esto me recuerda la mítica frase lapidaria del abuelo: "Las cosas de hoy ya no se hacen como las de antes" - imaginaosla en politono abuelo cebolleta, revivís el momento, ¿verdad? -, pero es cierto que hay veces en las que hay que reconocer que el abuelo tenía razón.
 










Como con lo que hay tenemos que apañarnos, lo primero que hicimos fue reforzar la estructura de las cajas, sobre todo los fondos, con chapilla de DM, y colocar asas, o reforzarlas si las tenían, con listones de madera. Después se pintaron de diferentes colores y las decoramos con decoupage - vamos, lo de pegar láminas de papel que normalmente hacemos, pero dicho de forma cool -, pero sobre todo, y que fue el origen del experimento, probamos varias técnicas de transferencia de imágenes.

Como se dice vulgarmente "cortando huevos se aprende a capar" y eso fue lo que hicimos, probar diferentes maneras y diversos productos para transferir imágenes del papel a la madera con el objetivo de determinar la técnica más apropiada, al menos para nuestra forma de trabajar y para el resultado buscado, lo cual siempre está bien - sigo disfrutando aprendiendo cosas nuevas - y de paso hicimos unas aparentes cajas decorativas de lo mas vintage, como se dice ahora. A continuación os muestro algunos ejemplos.


 




P.D.: Se hicieron más cajas pero no las puedo mostrar por que las vendió un compañero del taller antes de que pudiéramos sacar ninguna foto. Parece que tuvieron bastante aceptación.

viernes, 29 de mayo de 2015

Gato por liebre


A finales del pasado verano decidimos que había llegado el momento de habilitar la tronja de la habitación de mi hija para colocarle la cama arriba y ganar espacio abajo - parece que fue ayer cuando decíamos "cuanto tenga siete u ocho años, que no se mate por la escalera, le subimos la cama...", pues los siete llegaron -.  Así que contactamos con la empresa de carpintería que nos había hecho los trabajos de la casa, con quienes manteníamos buena relación - sí, aunque parezca extraño no acabamos peleados con todos los que intervinieron en la obra - y quedamos con el jefe para mostrarle el diseño de lo que queríamos.

Durante el encuentro le mostré lo que estaba haciendo con los muebles y estuvimos hablando sobre ello. La sorpresa fue el día que vinieron los operarios a montar la escalera y aparecieron con un regalito para que hiciera lo que quisiera con él, según palabras textuales del jefe, así que eso el lo que hemos hecho, lo que hemos querido.
Estructura original
Se trataba de una estructura de cómoda realizada en DM - a caballo regalado... - con dos puertas en la parte inferior y tres cajones en la superior, dos de ellos con frontal de madera, uno de pino y otro de morera.


Empezamos por buscar una solución para elevarlo del suelo. Optar por un zócalo nos parecía un tanto tosco, queríamos algo más sutil, así que navegamos por internet a la caza de ideas hasta que encontramos unas patas que nos gustaron, realizadas con una simple lámina de hierro en forma de trapecio, de diseño bastante sencillo, proporcionaba la sensación de ligereza que buscábamos en contraposición al bloque de la estructura. Se lo encargamos a un cerrajero y a los pocos días teníamos las patas en el taller.
Interior pintado
Colocamos unos tacos de refuerzo en las esquinas de la base y sobre ellos atornillamos las nuevas patas.

Volviendo al mueble, por una vez teníamos una estructura que no necesitaba restauración, estaba nueva y reluciente, solamente requería de un leve lijado de la superficie para mejorar la adherencia de la pintura.

Tras realizar varias pruebas con diferentes colores, el interior se pintó en verde y salmón. El exterior, que inicialmente iba a ser de dos colores también, finalmente se quedó únicamente en rojo - mi azul sigue aparcado, ni lo mencioné -, y aplicando una técnica para crear betas simulando textura de madera natural le dimos una terminación más aparente. 
Exterior pintado

Recientemente, en el taller, se había estado trabajando en la restauración del dorado de un marco y se nos ocurrió probar a añadirle unos detalles a la cómoda con la misma técnica, pero en cobre. Realizamos una prueba, y el resultado nos pareció adecuado así que lo hicimos.

Finalizados los trabajos de pintura se aplicó un tratamiento de envejecimiento para oscurecerlo y darle un aspecto de mayor solera y elegancia. La verdad es que resulta bastante fácil dar gato por liebre a ojos de un neófito, a simple vista estoy seguro que más de uno pensaría que se está llevando un mueble de madera maciza.
Detalle interior cajones






En los cajones le dimos nuestro toque personal forrando los fondos con láminas de papel colorido para darle un poco de alegría en contraste con la sobriedad exterior.

Por último, y aunque parezca sencillo, no lo fue por lo que nos costó decidirnos, le añadimos pomos tanto a los cajones como a las puertas, que habían sido fijadas con bisagras de piano.
Detalle de pomo y bisagra

Tras muchas discusiones - de buen rollo siempre, somos muy cooperativos - nos decidimos por un par de pomos bastante originales que teníamos en el taller y el resto los hicimos, dos de madera y otro de porcelana, que decoramos como la estructura, en rojo y cobre envejecidos.

Lo cierto es que no quedó nada mal, como os muestro a continuación. y con esto ya consideramos que tenemos material suficiente para comenzar a comercializar nuestros productos. Espero que pronto tendremos noticias al respecto. No dudéis que os lo haré saber.



Mueble finalizado
P.D.: Gracias a Francis de 1000 Maderas - me permitiréis un poco de publicidad - por el regalo.

martes, 19 de mayo de 2015

Piramide Psicodélica

Con el objetivo de seguir acumulando material para el lanzamiento del nuevo proyecto comenzamos con otro trabajo.
Estado original
Se trataba de un mueble adquirido a un particular contactado a través de una página de Internet de compra-venta. Ésta es una opción de fácil acceso en la que se pueden encontrar cosas interesantes, y a buenos precios, que es de lo que se trata. Era un mueble que me pareció atractivo únicamente por su forma piramidal ya que, ni era antiguo, ni aparentemente parecía que fuera de madera de buena calidad.

Se adaptaba perfectamente a una idea que tenía en mente hacía tiempo consistente en una cómoda de varios cajones y cada uno de ellos de un color distinto. No es que fuera algo innovador, pero tenía ganas de hacer algo así y esta era la oportunidad.

Con la cómoda ya en el taller, nos pusimos manos a la obra. Lo primero, tras desmontar los tiradores, y no me canso de repetirlo - si de hacerlo - fue lijar y preparar la superficie para el pintado.

La parte inferior del mueble, la que apoya sobre el suelo estaba algo dañada por lo que previo al pintado hubo que realizar un trabajo de restauración de la madera para fortalecerla y evitar que continuara deteriorándose. 

Sí teníamos claro que la estructura principal iba a ser de un único color, la fiesta vendría dada por los cajones. Lo cierto es que no hubo muchas opciones para pensarlo, no se si es que Eva quería evitar que lo pintara de mi azul - prometo que lo he dejado... de momento -, pero cuando me vine a dar cuenta ya estaba pintado a medias de verde claro, podéis llamarlo Caribe - o como más os guste no voy a entrar en la discusión por que ya sabéis de las limitaciones de la paleta de colores de los hombres en comparación con la de las mujeres - pero era bastante llamativo, en la línea de lo que pretendíamos y me pareció apropiado.


Tanto al tablero superior como a la parte inferior del mueble se le dio un fondo verde oscuro - mi paleta de verdes se limita a claro, oscuro y verde a secas,... y apurando, verde militar, ¿que es eso de verde pistacho, aceituna y cosas por el estilo? - sobre el que se pintó con el verde claro dejando entrever el primero sólo en algunas zonas, reproduciendo un efecto de desgaste curioso.


Tras ésto, pasamos a los cajones, que finalmente decidimos forrar de papel, tanto exterior como interiormente por lo que nos pusimos a buscar láminas apropiadas que le dieran colorido al conjunto, que es de lo que pretendíamos.

Fuimos probando diferentes combinaciones de colores, formas y motivos, y ante la gran cantidad de opciones que se nos presentaban y las dudas que nos asaltaban, tiramos por la calle del medio y sin darle demasiadas vueltas comencé a pegar láminas, empezando por la cara exterior. Con los cajones superiores - los dos primeros - no hubo problema, el tamaño de las láminas era suficiente, pero para los inferiores fue necesario recortar y realizar montajes para cubrir la superficie completamente.

Terminado el exterior pasamos al interior. Una vez elegidas las láminas que iba a poner, se pintó cada uno de un color diferente: negro, beig, azul, verde y salmón - este último es un extra de mi paleta de colores -,  buscando cierta consonancia con el papel seleccionado para el interior con el fin de mantener una cierta coherencia - no era cuestión que pareciera que cada combinación era de su padre y de su madre -.

Detalle de interior de cajones
Si en algunos casos hay cierta relación entre colores exteriores e interiores se puede decir que fue casi por casualidad ya que no consideré importante esta cuestión dado que lo normal es que los cajones estén cerrados y por tanto no hay conflicto estético, por llamarlo de alguna manera.

Sólo faltaban los tiradores, y después de barajar varias opciones y perder el tiempo buscando distintos modelos y combinaciones, optamos por lo más simple - que a veces es lo más efectivo -, colocar los tiradores originales, previo pintado en el mismo color que la estructura del mueble. Con ésto y el mismo color en el canto superior de los cajones manteníamos un nexo de unión entre el colorido de los mismos y la estructura principal.

Después, simplemente se protegió todo el conjunto con barniz, y una vez seco, se colocaron los cajones y listo. El resultado final lo podéis ver a continuación, un tanto psicotrópico, pero eso si original cien por cien.