viernes, 9 de octubre de 2015

Retorno al pasado

Aunque me dedique a ésto de reciclar y restaurar, fruto de mi interés por los objetos antiguos, o al menos con unos cuantos años a sus espaldas, no implica que sea detractor de las nuevas tecnologías - para muestra este blog -, pero reconozco que la avalancha tecnológica de hoy en día me sobrepasa. Cuando crees que te has puesto mas o menos al día en algo resulta que ya está mas que superado y ha sido sustituído por otro nuevo programa, aplicación o artilugio - seguro que vuestr@ hij@ os ha dado mas de una lección con el móvil o la tablet -, pero lo cierto es que hace tiempo que me lo tomo con calma y ya no sufro en absoluto por no estar a la última. He llegado a la conclusión - yo solito - de que la tecnología está ahí para ayudarnos y cada uno debe tomar lo que le interesa, no se puede pretender abarcar todo - salvo los frikies tecnológicos - ya que también se vende mucho humo y te intentan crear necesidades innecesarias. En plena era del mp3 - o eso creo, a lo mejor ya hay algo más nuevo - yo sigo disfrutando de mis vinilos, pero no reniego del nuevo formato - o penúltimo, no se si con spotify y aplicaciones similares hemos entrado en otra era -, que me permite escuchar música en cualquier momento y lugar. Ni todo lo nuevo es bueno, ni todo lo viejo es malo.

Para mi, la pena de esta evolución - que reitero, no es mala - es la perdida del valor del conocimiento, hay tanto, y tan accesible que hemos dejado de apreciar lo que le costó a alguien descubrirlo o hacerlo. Hoy en día puedes encontrar todo - o casi - en internet. Quien no ha buscado algún tutorial o como hacer... algo, aunque sea una simple receta de cocina - yo el primero -. Ha desaparecido mucha de la magia y el romanticismo de los procesos de aprendizaje. Con la  velocidad a la que hoy se mueve el mundo nos olvidamos de que lo importante no es sólo llegar, también lo es disfrutar del viaje.

Este hilo da para mucho, pero no es el momento, aunque volveré - seguro -. En esta ocasión me quedo con la parte del romántica y la nostálgica, afortunadamente una de nuestras fuentes de trabajo, todo hay que decirlo, ya que cada vez más - o al menos esa es mi impresión -, hay gente interesada en recuperar viejos muebles y objetos, en ocasiones sólo por el valor sentimental.

Una de las personas afectadas por este síndrome nos llamó un día para pedirnos un presupuesto por la restauración de un viejo escritorio, herencia familiar, que tenía almacenado en el trastero de su azotea desde hacía muchos años. Valiéndonos de la ayuda de las nuevas tecnologías -de las buenas- , le pedimos que nos enviara unas fotos del mueble. Aunque no parezca muy ortodoxo nos permite hacer una valoración inicial y ahorrar tiempo - hoy en día parece que todos queremos las cosas para ayer - sobre todo en casos de muebles aparatosos o cuando el Cliente está distante. A primera vista no parecía muy grave, y como el presupuesto orientativo que le dimos, a falta de posibles sorpresas ocultas - a veces las hay, llámese presencia de seres indeseables o problemas estructurales ocultos -,  lo consideró razonable, aceptó, por lo que nos desplazamos a confirmar la valoración y recogerlo - no había sorpresas -.
Estado Original
Se trataba de un escritorio de aglomerado contrachapado que salvo por una pata de apoyo un tanto díscola y los daños ocasionados por la humedad, que se había cebado especialmente con uno de los laterales, no presentaba mayores inconvenientes que los derivados del abandono durante más de diez años en un trastero. 

A parte de reparar estos desperfectos, el Cliente quería actualizarlo pintándolo de blanco, al menos en parte, para poder integrarlo en la decoración actual de su vivienda, dejando a nuestro criterio como hacerlo - al menos no permitía un margen para la imaginación -. Por sugerencia nuestra aceptó forrar el interior de los cajones con papel - marca de la casa -, aunque insistió en que quería participar en la elección del mismo - el Cliente manda -.

Como se puede apreciar en las fotos, el aspecto era desaliñado pero se trataba de un mueble bien hecho - me gustaría poder decir lo mismo de la mayoría de los muebles que se fabrican hoy en día -.

Comenzamos por lo más grave,  extrayendo los cajones para poder reparar la pata que estaba a punto de ceder fijándola y repasando el resto, aprovechando para encolar algunos puntos débiles que encontramos en la estructura para devolverle la rigidez que había perdido por el paso del tiempo.


Seguidamente pasamos al lateral más afectado por la humedad. El contrachapado exterior presentaba grietas y desconchones, en tan pésimo estado que se despedazaba al simple contacto con los dedos, aunque por fortuna, los daños sólo afectaba a la capa más superficial encontrándose el aglomerado interior en perfecto estado de revista. Fue suficiente con cortar la parte dañada de la chapilla externa y sustituírla por una nueva de igual textura. Como habíamos decidido que los laterales se iban a pintar de blanco no hubo que buscar el mismo tono - afortunadamente - por lo que nos ahorramos el trabajo de tener que tintarlo para que no se notara la diferencia. 

Hecho esto continuamos con la limpieza, el decapado y lijado de todos los elementos para eliminar el barniz antiguo y escamado para lo cual, y al objeto de facilitar el trabajo, se desmontaron bisagras, puerta y separaciones interiores. Finalmente se rellenaron algunas pequeñas grietas dejando todo listo para la siguiente fase.

Se pintó buena parte de la estructura de blanco roto, tal como el Cliente había solicitado manteniendo el frontal de los cajones, la puerta y la estructura de separadores interior con la madera a la vista. También se respetó la apariencia original de los perfiles a los que hubo que pintar los surcos.

Se forró el interior de los cajones con el papel seleccionado por el Cliente entre las diferentes opciones que le dimos. Eligió uno bastante austero, yo habría optado por algo mas... llamémosle psicotrópico, aunque debo reconocer que el elegido iba bastante en la línea del mueble. Se limpiaron y trataron contra el óxido las bisagras y cerradura y se montaron todos los elementos.

Finalmente se aplicaron varias capas de barniz y listo para la entrega. Quedamos bastante contentos con el resultado, y creo que el Cliente también, que es lo que importa. Recuperó una parte de su pasado.

Estado final

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