jueves, 19 de febrero de 2015

Dos tazas

No os ocurre a menudo que no has visto a alguien en mucho tiempo, y de pronto, en un corto espacio de tiempo, te lo encuentras varias veces seguidas. O como cuando por casa te cruzas cada dos por tres con algo, que el día que lo necesitas no encuentras y por supuesto, cuando ya no te hace falta por que has comprado otro vuelve a aparecer.

¿Os suena todo esto verdad?, y en el trabajo un tanto de lo mismo, ¿que no quieres caldo?..., pues toma dos tazas. Así son las casualidades y hay que cogerlas como vienen. Después de la lata que había dado la mesa anterior... cuatro más - por si no querías caldo -, aunque eso si, esta vez, afortunadamente mesas auxiliares de menor tamaño, por lo que en principio parecía menos trabajo - como casi siempre, las apariencias engañan -.

En proceso de lijado
En primer lugar tres mesas en escalera - como los Dalton -, como dirían por ahí, pequeñitas pero matonas por que tenían un acabado en blanco roto, rugoso y envejecido con unos bonitos detalles en color verde y pan de oro que fue toda una pesadilla retirar. 

Una mañana completa de músculo por pieza - no hay mal que por bien no venga, al menos se ahorra uno el gimnasio - rebañando anillos y recovecos con la lija manual. Después de ésto, el resto fue coser y cantar - al ritmo de AC DC para darle marcha al cuerpo -, pintado en blanco con un bonito acabado brillante y reluciente, al gusto del Cliente.

Resultado Final
La otra mesa no tenía nada que ver con las anteriores - afortunadamente -, era de las que a mi particularmente me gustan, ecléctica, de líneas rectas y con un acabado en apariencia de calidad. Una vez que te pones a desmontarla y a mirar los bajos fondos descubres que es todo fachada y no deja de ser aglomerado y metal recubierto de chapilla, pero la verdad es que era muy aparente y daba el pego total. La mesa debía tener mas de treinta años y su aspecto lo delataba. El tablero tenía bastantes marcas de golpes y rayones y una de las patas estaba a punto de desencajarse. Le habían hecho un apaño para alargarle la vida pero ya daba muestras de estar en las últimas.

Manos a la obra, primero desmontarla completamente en las diferentes secciones para trabajarlas de manera independiente. Comenzando con lo más sencillo, para empezar con ánimo, lijando las cuatro patas. Se reparó la chapuza que le habían hecho a la lesionada tapando las grietas y encolando, se cambiaron tornillos y tuercas y finalmente se barnizaron.

Seguidamente se arrancó la chapilla que recubría el eje central que estaba quebrada en algunas esquinas habiéndose desprendido parte de la misma. Se pulió el metal para quitar el óxido y se volvió a recubrir con nueva chapilla del mismo tono barnizándose para posteriormente pintar de negro el metal del soporte del tablero.

Estado tras quitar el recubrimiento
Soporte finalizado
A continuación, se lijó el tablero reparando arañazos y se remataron los cantos que estaban bastante dañados. Se restauró el color original con tinte y el brillo con barniz. Finalmente se montó nuevamente el conjunto y se ajustaron los elementos para darle el equilibrio perdido.

Resultado final


Y así quedó finalmente tras el lifting, lista para otros cuarenta años de vida. Me encantó esta mesa, me habría venido muy bien para nuestras partiditas nocturnas.

P.D.: después de estas entraron tres mesas más... pero eso será otra historia.

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