sábado, 28 de marzo de 2015

Pareja a la puja

Todo comenzó hace unos meses cuando le comenté a Eva mi intención de iniciar un nuevo proyecto continuando con la línea de tunear muebles. Era el momento de dar el salto de la fase de aprendizaje y pasar de hacer cosas para casa y los amigos a vender al público, con vistas a montar algo mas serio en el futuro.

No es que no me guste el trabajo de restauración, lo que ocurre es que hay que ceñirse a eso mismo, a restaurar un objeto, o como mucho a adaptarlo a lo que el Cliente quiere. Aunque a veces se dejan aconsejar no suele haber mucho margen para lo que a mi realmente me gusta que es crear. A Eva la idea le encantó así que con ésto iniciamos un proyecto de algo... espero que muy bueno, haciendo lo que realmente nos gusta.

Para empezar teníamos que buscar materia prima para poder trabajar, muebles y objetos interesantes, con posibilidades y a precios bajos que nos permitieran tener margen para invertir en ellos y venderlos con beneficios - ésto se planteaba como un negocio, por amor al arte trabajamos, pero no solo de aire vive el hombre-. Visité un par de rastros de muebles, pero fue decepcionante, en general lo que había eran muebles corrientes, de pésima calidad en su mayoría y que no despertaban el más mínimo interés. Los precios tampoco es que fueran para tirar cohetes, así que comencé la búsqueda por otras vías.

Dicho y hecho, conseguí contactar a través de internet con una persona que ofrecía varios objetos antiguos a precios razonables así que concertamos una cita y allí nos presentamos. Se trataba de una vivienda en La Laguna que por su aspecto nunca nos imaginamos lo que albergaba en su interior. Era una casa laberíntica con escaleras arriba y abajo, habitaciones y pasillos atestados de relojes de pared, de sobremesa, tocadiscos, radios, un sinfín de objetos decorativos y justo lo que andábamos buscando, mesas auxiliares, cómodas, baúles, aparadores, sillones,... increíble lo que había en esa casa. Los objetos se apilaban por los rincones, y tristemente muchos de ellos estaban en un estado lamentable, el paraíso para nosotros por las posibilidades que veíamos.

Nos sentíamos como en Pareja a la puja, el programa de televisión, preguntando por todo, en cuanto nos vende esto..., si me llevo eso y lo otro en cuanto nos lo deja..., un momento que tengo que consultarlo..., esto esta fatal, requiere mucho trabajo... si me lo dejas en tanto me lo llevo... la verdad es que fue bastante caótico pero muy divertido, nos lo pasamos en grande. Podríamos haber estado un par de días mirando y regateando, la casa daba para mucho, pero al final sólo nos llevamos un par de cosas que conseguimos a buen precio, pero seguro que volveremos a por más.

El primer paso ya estaba dado, entre lo que compramos y lo que teníamos en el taller, teníamos material suficiente para empezar así que ahora era cuestión de decidir por donde y que hacer - casi na'-.

Estado Original

En Proceso de reparación
La primera elección fue uno de los muebles que compramos, una cómoda de madera maciza que había sido pintada de violeta y que estaba en un estado medianamente aceptable. Me enamoré de sus piernas cuando la vi, en ocasiones hay pequeños detalles que son los que le dan personalidad y provocan atracción - no pude evitarlo -.

Como aún no teníamos muy claro como lo íbamos a hacer empezamos por lo básico, limpieza a fondo, lijar y reparar golpes y arañazos, lo que incluyó cambiar un panel de madera de la parte posterior que estaba destrozado y dejarlo listo para la siguiente fase.


Durante el primer proceso creativo
Como aún quedaba algo del azul que había sobrado de trabajos anteriores decidí utilizarlo ya que había resultado bastante llamativo, y además aprovechando las formas del mueble añadimos unos detalles de azul más oscuro que realzaran las líneas.


Después decapé el color para darle un toque destartalado - se me fue la mano, lo reconozco, me dejé llevar por la emoción del principiante -. Los cajones, después de lijarlos, decidimos dejarlos como estaban  exteriormente añadiéndole únicamente un adorno de tela y por dentro los pintamos de rosa salmón con brochazos marrones. Pensábamos decorar cuarterones laterales y trasero con papel de rayas.

Conforme avanzaba menos me gustaba lo que estaba haciendo, estaba convirtiendo un mueble vulgar en estrafalario, no lo veía nada claro y cuando se lo comenté a Eva me confesó que no le gustaba - no transcribiré su comentario real por respeto a los lectores -. No me había querido decir nada por que me veía ilusionado en el proceso creativo y no quería aguarme la fiesta.  Estaba claro que había que replantearse el asunto.

Mueble pintado en blanco
Lo volví a pintar, esta vez de blanco, que parecía que le daba algo más de categoría, manteniendo el resto de las ideas, pero tampoco terminaba de convencerme la apariencia, faltaba algo. Necesitaba ideas.

Ese mismo fin de semana lo pasé en el Sur de la isla y vi un mueble - siempre hay que ir con la mente abierta, buscando inspiración - en una boutique del pan - vamos, una panadería de las de toda la vida, eso si ... pija - que me  llamó la atención, era una cómoda de recibidor en blanco roto con los bordes desgastados y con el tablero superior en madera vista, me gustó como quedaba el contraste. Es una combinación clásica, pero a veces hasta que no tienes las cosas delante de las narices no te das cuenta.

En cuanto volví el lunes lijé el tablero superior, era madera maciza, sólo fue cuestión de darle un tinte reparador para que recuperara su aspecto original. Esto era otra cosa, ya empezaba a coger forma.

Tablero superior recuperado y telas colocadas
Buscando papeles de colores para decorar los laterales y la parte trasera recordé una tela utilizada en un trabajo de tapizado anterior, así que rebuscamos en los retales encontrando tela suficiente con la que forramos unos paneles que encajamos en los cuarterones.
Detalle Interior cajones


Detalle exterior cajones y tiradores
Ya sólo faltaban los cajones. En el interior nos decidimos por uno de los papeles rayados que habíamos seleccionado - y no utilizado - para los cuarterones en unos colores que no desentonaban en absoluto con la tela exterior. Finalmente, como encontramos, entre el material que había en el taller, unos tiradores muy llamativos, colocarle tela al frontal era restarle un merecido protagonismo así que decidimos no ponerla finalmente. Restauramos la madera en una tonalidad más oscura ya que era distinta a la del tablero superior y dejamos únicamente los pomos sin mas adorno, convirtiéndolos de esa manera en el elemento estrella.

Finalmente, y ya para terminar, se desgastaron algunos bordes - sin pasarme esta vez - dejando a la vista unos rastros del color azul de fondo que le daban un aspecto más desvencijado, más acorde con la edad del mueble original, y por fin se barnizó quedando listo para la venta.

En conjunto quedó mas elegante, por llamarlo de alguna manera, en comparación con la idea original de la que había partido. Afortunadamente me di cuenta de lo que estaba haciendo a tiempo. El resultado ha sido bastante satisfactorio.

Mueble finalizado

P.D.: Es la primera pieza de la producción, que en breve espero pongamos a la venta en una tienda - estamos en negociaciones -, deseando también que sea el primer ladrillo de un ilusionante proyecto que poco a poco va tomando cuerpo. Ya os iré contando como va. Podréis seguir la evolución en las próximas entradas.


sábado, 7 de marzo de 2015

Cúmulo de Casualidades

Todo empezó con la idea de sustituir el toallero del baño de nuestro dormitorio que hacía tiempo pedía a gritos la jubilación. Ya había descartado el proyecto que tenía en mente de hacer uno con unas sillas por que pensándolo bien, no se adaptaba realmente a lo que necesitábamos y había vuelto al pensamiento original de hacer algo similar a una escalera, en la línea del que había comprado en su día y al que le dí otra utilidad - mostrado en la anterior entrada Plan B - así que me puse a navegar por internet y buscar alguna idea interesante. No me costó mucho encontrar una, en cuanto la vi supe que era lo que estaba buscando, ahora sólo faltaba conseguir los materiales necesarios para ello.

Para hacer el toallero-escalera necesitaba unos listones de madera gruesos y largos, en torno a dos metros para los laterales, y unas ramas de árbol medianamente rectas para los peldaños, así que, como en otras ocasiones hice correr la voz entre algunos amigos y lo comenté con los habituales del taller, siempre recibes ideas y  sugerencias, a veces incluso alguien se acuerda que tiene algo que no utiliza y te puede servir y te lo regala - no sería la primera vez-.

Mis cuñados - los famosos vecinos - me informaron que donde ellos compraban la leña para la chimenea se podían conseguir troncos apropiados, por supuesto a un módico precio pero siguiendo con mi máxima del mínimo coste posible y de tratar de buscar objetos de deshecho y reciclarlos, decidí esperar un poco a ver si me caían del cielo - siempre me quedaba la posibilidad de echarme al monte y cometer un atentado ecológico, pero no es mi estilo -.

Una semana más tarde, cuando llevaba a mi hija a clases de ballet vi que un vecino, a un par de calles de casa, tenía fuera de su casa un contenedor rebosante de ramas y maleza procedentes de la poda del jardín así que a la vuelta - no podía parar en ese momento, ya sabéis que los papas siempre vamos apurados de tiempo - aparqué junto a la casa y ni corto ni perezoso me asomé al jardín donde aún trabajaba y pregunté si podía apropiarme de un par de ramas a lo cual accedió amablemente insinuándome que si me llevaba el contenedor tampoco le suponía ningún inconveniente.
 
Laterales Originales
Ahora faltaban los laterales. Como es lógico, todas las sugerencias pasaban por comprarlos en tal o cual sitio, pero visto lo ocurrido con las ramas decidí confiar y darle una nueva oportunidad a la diosa fortuna, y no tardó mucho en sonreírme. Ese mismo fin de semana, cuando pasé por el taller a dejar una mesa de centro que había recogido en casa de unos amigos que ya no la querían y me la ofrecieron - no se decir que no a todo lo puede ser reciclado - al montarme en el coche y girar en la esquina... ¡Bingo! de uno de los contenedores que había al cruzar la calle asomaban los dos laterales de una vieja escalera de madera, que por la cantidad de pintura que los recubrían evidentemente había pertenecido a un pintor. Los cargué en el coche y di la vuelta a la manzana para dejarlos en el taller.

Ya tenía todo el material, ahora sólo era cuestión de ponerse manos a la obra, y continuando con el cúmulo de casualidades... ¡zas! el viejo toallero se vino a bajo así que ya  no había excusa para empezar.

Esta vez, la excepción que confirma la regla, fue tan fácil como parecía, cortar las ramas en tramos de grosor y longitud apropiados que estuvieran lo suficientemente rectos, limar los nudos, lijar los laterales, hacer agujeros para insertar las ramas y tapar los sobrantes, pintar de blanco y montar la escalera.

Detalle de los materiales
Finalizado

Ya sólo fue cuestión de llevarlo a casa y colocarlo. El mismo día se estrenó y cumplió perfectamente su función. Por fin teníamos nuevo toallero, original y sin coste prácticamente, sólo pintura y barniz.
Colocado y en uso

P.D.: Echábamos tanto de menos un toallero después de cuatro días que lo monté sin barnizar, pero eso ya lo haré en otro momento.