En esta ocasión, al ir a tirar la basura encontré dos mesas de noche y un armario desmontado. La verdad es que los muebles era de una calidad nefasta, del armario no servían ni los tableros pero las mesillas, aunque con un acabado clásico horrible, digno del Castillo de Vlad el Empalador, tenían alguna posibilidad así que me dije que si a la vuelta de donde iba aún seguían ahí, es que eran para mi. A la vuelta allí estaban mirándome con pena así que sin dudarlo, al maletero.
Estado cuasi-original |
Tenía claro que quería forrarlas con papel adhesivo ya que pintarlas, por el acabado del aglomerado sería demasiado trabajo, pero no tenía tan claro el estilo así que una tarde me fui a la aventura y compré un papel con motivos florales bastante fino. Había visto otro que me llamó más la atención, pero no me decidí por que me pareció atrevido, aunque me quedé con las ganas. Al volver a casa se lo comenté a mi mujer y me dió el empujoncito que necesitaba para decidirme, así que al día siguiente volví a la tienda y cambié el papel por el que realmente me gustaba. Así que... manos a la obra.
Una vez totalmente peladas y arrancados los faldones inferiores que estaban en mal estado - eran de cartón aglomerado - lo siguiente fue pintar la estructura y a continuación forrar con el papel adhesivo los laterales y frentes de los cajones para darle el toque vintage. Por último, coloqué unas varillas en la parte inferior para sustituír las piezas retiradas, unos tacos de goma - topes para puertas - a modo de patas, nuevos tiradores y listo.
La verdad es que quedaron bastante aparentes y originales, lo único que no me gustaba era el acabado de la parte superior y sus bordes. El trabajo lo había realizado relativamente rápido, un par de mañanas para el lijado otra para pintar y otra para colocar el papel adhesivo, lo que nunca pensé es que tardaría tanto en rematarlas. Empezaba el calvario...
En proceso de lijado |
Primero tuve que quitar la pintura, lo cual me sirvió de práctica ya que apliqué todos los métodos habidos y por haber empezando por el decapante y la lija, pasando por raspar con cristal y verguilla y por último con una pistola de calor. Finalmente salió todo, con músculo y paciencia pero la pesadilla no había hecho más que empezar... no os voy a aburrir pero puedo aseguraros que el que si se aburrió fui yo, de lijar y pintar una y otra vez. Lógicamente cada vez que pintaba había que esperar a que se secara para lijar en fino nuevamente y corregir imperfecciones, volver a pintar... así una y otra vez, multiplicado por dos (dos mesillas). El borde lo hice seis o siete veces. Al final acabé hasta el gorro, de hecho estuvieron aparcadas en un rincón del taller más de un mes hasta que me decidí a terminarlas de una vez. Esto ya era una cuestión personal, o ellas o yo.
Ahora cuando las miro me siento orgulloso, por que echando la vista atrás recuerdo las horas que pasé trabajando en ellas y el tiempo que me llevó hacerlas. Aquí os muestro como quedaron finalmente, espero que os gusten, a mi me encantan - al final les cogí cariño - .
Resultado final |
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